50 Años y Sin Cura: PETA Explica Cómo Ganar la 'Guerra contra el Cáncer'
Este año se celebra el 50.º aniversario de la declaración de la “guerra contra el cáncer” hecha por el expresidente Richard Nixon, abriendo las compuertas de par en par a miles de millones de dólares de los contribuyentes estadounidenses, los cuales se destinaron a investigaciones dirigidas a derrotar esta mortal enfermedad.
Medio siglo después, todavía no hay cura para el cáncer. Las tasas de cáncer se mantienen invariables, mientras que los recursos para la prevención del cáncer son limitados.
¿Qué salió mal? ¿Cómo un país tan avanzado tecnológicamente pudo fracasar de forma tan espectacular en hallar una cura para esta enfermedad, a pesar de cinco décadas de enfoque casi inquebrantable de mentes científicas expertas? Simple: experimentación en animales.
El Cáncer ha Ganado la Guerra Contra el Cáncer
En 1971, cuando Nixon firmó la Ley Nacional del Cáncer, que inició la guerra contra el cáncer, la enfermedad era la segunda causa principal de muerte en EE.UU.
Cincuenta años después, el cáncer SIGUE SIENDO la segunda causa principal de muerte en EE.UU.
Las autoridades estiman que el cáncer mató a 606.520 estadounidenses en 2020. Aproximadamente el 39% de las personas de la nación pueden esperar un diagnóstico de cáncer en algún momento de sus vidas y, a pesar de la significativa inversión en estudios de terapias contra el cáncer, solo el 67,7% de ellos sobrevivirá más de cinco años luego de ese diagnóstico.
Todo después de 50 años de experimentación animal ineficaz, cruel y mortal que les costó miles de millones de dólares a los contribuyentes.
La Prevención, no los Animales, Ha Reducido las Tasas de Cáncer
Las victorias más significativas en la guerra contra el cáncer no provienen de un laboratorio. Son medidas preventivas personales: dejar de fumar cigarrillos, evitar las carnes rojas y procesadas en favor de una dieta basada en plantas y hacerse chequeos regulares para la detección. Estas medidas han reducido las tasas de cáncer en un 27% durante las últimas dos décadas.
Sin embargo, solo el 6% del presupuesto del Instituto Nacional del Cáncer (NCI) –el organismo federal de los Institutos Nacionales de la Salud que lidera la guerra contra el cáncer– fue destinado a la prevención en 2019. De hecho, el porcentaje de los fondos del NCI dedicado a la prevención y control del cáncer se ha mantenido relativamente estable durante los últimos años, a pesar de los aumentos en el presupuesto general, la mayoría del cual se destina a la investigación.
Los Animales no son Humanos en Miniatura
En crudos intentos por entender cómo se desarrolla el cáncer y cómo puede ser tratado en los humanos, los experimentadores injertan células tumorales humanas en ratones, les inyectan químicos a los animales o los diseñan genéticamente para que tengan genes causantes de cáncer y luego los matan o los dejan sufrir y morir lentamente.
Pero el 96,6% de las veces los medicamentos contra el cáncer desarrollados a través de experimentos en animales no obtienen aprobación. ¿Por qué? En gran medida, gracias a diferencias biológicas fundamentales entre los humanos y los otros animales. Simple y llanamente, los otros animales son malos sustitutos de los humanos. Sin importar el tipo de experimento, cuán intrincado fue su diseño e independientemente de su costo, los experimentadores no han sido capaces de superar o vencer las diferencias biológicas, inmunológicas y genéticas entre especies, lo que incluso ha llevado a un exdirector del NCI a darse por vencido.
“La historia de la investigación del cáncer ha sido una historia de curación del cáncer en el ratón”, dijo el Dr. Richard Klausner, exdirector del NCI. “Hemos curado el cáncer en ratones durante décadas, y simplemente no ha funcionado en humanos”.
Los animales también son usados para tratar de determinar si pesticidas, aditivos alimentarios y medicamentos pueden causar cáncer en humanos. En cada prueba, cientos de ratones y ratas son forzados a ingerir o inhalar sustancias químicas todos los días hasta por dos años consecutivos, provocándoles náuseas, tumores y la muerte. Estas pruebas no identifican con precisión potenciales cancerígenos para los humanos ni protegen la salud humana.
Hay Una Mejor Manera
Para librar una verdadera guerra contra el cáncer, los científicos deben aumentar los recursos para la prevención del cáncer, eliminar la experimentación en animales y desplazar los fondos para investigación hacia herramientas de vanguardia basadas en la biología humana, que ofrezcan mayores esperanzas de identificar compuestos cancerígenos y generar tratamientos y curas para el cáncer en humanos.
Herramientas tales como experimentos que usan células (in vitro), modelos computarizados relevantes para humanos, ingeniería de tejidos con células humanas, organoides cancerígenos y estudios epidemiológicos ofrecen la esperanza de métodos más relevantes y confiables que puedan en realidad ganar la guerra contra el cáncer.
Por ejemplo, se están utilizando tumores en chips para estudiar cómo las células inmunes y cancerosas interactúan entre sí. Estos modelos pueden personalizarse con células de pacientes humanos con cáncer y luego ser usados para probar medicamentos. Las respuestas de las células incluso pueden ser observadas en tiempo real.
Los científicos y los programadores de computadoras están utilizando inteligencia artificial para generar perfiles de células cancerosas a fin de identificar marcadores que puedan ser significativos para el descubrimiento de fármacos y puedan predecir las respuestas a los fármacos para pacientes individuales.
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