Dos organizaciones colombianas propiedad de un equipo formado por marido y mujer han obtenido más de 22 mil millones de pesos del gobierno colombiano y más de 17 millones de dólares en contratos con los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos (NIH) desde el 2003. Exempleados y cientos de documentos hablan de prácticas administrativas cuestionables y condiciones asquerosas para los monos.
Actualización (4 de abril de 2023): ¡OTRA VICTORIA! Ayer, las autoridades locales incautaron 180 ratones, los únicos animales que aún estaban confinados en el Centro de Investigación Científica Caucaseco, el asqueroso lugar que PETA sacó a la luz hace pocos meses. Los ratones, que serían utilizados en experimentos financiados por los Institutos Nacionales de Salud de EE. UU. (NIH), ahora se están recuperando en el Centro de Bienestar Animal recientemente inaugurado en Cali, Colombia.
Los testigos dicen que, antes de ser rescatados, los ratones no tenían suficiente agua y nuestra investigación reveló que algunos habían recurrido al canibalismo. Los exempleados sostienen que debido a que los experimentadores no separaron a los machos de las hembras, la población de ratones se disparó. Como resultado, había hasta 30 ratones hacinados en cajas diseñadas para un máximo de cinco.
Este rescate se dio luego de la queja radicada por PETA y gracias a la cooperación entre diversas instancias de la Alcaldía de Cali, incluyendo la Secretaría de Seguridad y Justicia, la Unidad Administrativa Especial de Protección Animal y otras autoridades locales.
Es realmente el colmo que todavía los NIH parecen estar financiando este lugar. Pero quizás no sea el único laboratorio asqueroso fuera de los EE. UU. en el que la agencia está invirtiendo dólares de los contribuyentes estadounidenses. De acuerdo con un reporte reciente de la Oficina de Rendición de Cuentas del Gobierno de EE. UU. (GAO), para el cual nuestro equipo fue consultado, los NIH les han dado miles de millones de dólares en dineros públicos a organizaciones fuera de los EE. UU. para realizar experimentos en animales, pero nunca han verificado si esos lugares cumplen con los mínimos estándares de bienestar animal.
Los experimentadores en malaria que dirigen Caucaseco le dijeron a los NIH que todo en sus instalaciones era excelente, pero los monos que confinaron estaban muriendo a causa de heridas infectadas en sus jaulas llenas de excrementos.
Nosotros sacamos a la luz esta fraudulenta organización. Insta a los NIH a dejar de financiarla INMEDIATAMENTE. ¡Actúa ya!
Actualización (20 de marzo de 2023): ¡La Alcaldía de Cali selló el Centro de Investigación Científica Caucaseco por carecer de los permisos para funcionar!
Las autoridades colombianas continúan haciendo su trabajo. La Secretaría de Seguridad y Justicia de Cali realizó una inspección en Caucaseco y descubrió que este ha venido operando sin los permisos requeridos de salubridad y seguridad, lo cual pone en riesgo a animales y trabajadores por igual. Ahora, le estamos pidiendo a la Alcaldía de Cali que rescate de inmediato a los ratones y demás animales aún confinados allí.
Actualización (17 de febrero de 2023): ¡Hemos trabajado arduamente para lograr esta enorme victoria!
El día de hoy, la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca (CVC) en compañía de personal de la Fiscalía General de la Nación allanó la Fundación Centro de Primates (FUCEP), una de las turbias organizaciones que hizo parte de la extensa investigación realizada por PETA (detalles a continuación), e incautó más de 100 pequeños monos nocturnos que estaban confinados allí en condiciones asquerosas.
Los monos, quienes eran forzados a vivir entre sus propios excrementos en jaulas oxidadas en un corral improvisado, ahora se están recuperando en el centro de rescate y rehabilitación para animales silvestres de la CVC.
La incautación se produjo después de que la CVC realizara una inspección a FUCEP y ordenara que pusiera fin a todos los experimentos en monos. La CVC descubrió un sufrimiento incesante y las mismas condiciones asquerosas y aparentemente ilegales que expusimos por primera vez, así como la desaparición inexplicable de 21 monos. Mientras estaban en el lugar, los inspectores descubrieron un mono bebé muerto y un mono a quien le faltaba un ojo.
Vergonzosamente, los Institutos Nacionales de Salud de los EE. UU. (NIH, por sus siglas en inglés) y el gobierno colombiano han entregado millones en recursos púbicos a la pareja que dirige FUCEP.
Estamos reiterando nuestra exigencia a los NIH y a las entidades financiadoras en Colombia para que dejen de patrocinar a estos experimentadores. Súmate y actúa a continuación.
Publicado originalmente el 1 de enero de 2023:
Esta excelente noticia se da tras la investigación de 18 meses de PETA sobre este asqueroso lugar, conocido eufemísticamente como la Fundación Centro de Primates (detalles a continuación), donde pequeños monos nocturnos viven entre sus propios excrementos, en jaulas oxidadas dentro de un corral improvisado.
Una extensa investigación de PETA, que involucró miles de páginas de documentos y los testimonios de 11 exempleados, saca a la luz una trama tan llena de codicia, mentiras y miseria que raya en la ficción barata. Todo esto, mientras los contribuyentes colombianos y estadounidenses pagan la factura.
Por casi dos décadas, el gobierno de Colombia y los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos (NIH) han estado repartiendo dinero a dos organizaciones colombianas para desarrollar una vacuna contra la malaria que aún no existe. PETA descubrió que, a pesar de haberles dado millones de dólares del dinero de los contribuyentes en las últimas dos décadas —incluidos dos proyectos actualmente financiados por la agencia de Anthony Fauci, el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID)— estas organizaciones colombianas, que operan más allá del alcance de las leyes de protección animal de los Estados Unidos, han estado experimentando en monos Aotus —conocidos como “monos nocturnos” o “martejas”— y reproduciéndolos, posiblemente de manera ilegal, durante años.
Estas organizaciones han utilizado información sin respaldo en las solicitudes de financiación presentadas a los NIH y a instancias gubernamentales en Colombia sobre lo que su “consorcio” realmente es y cómo funciona, han violado las normas de cuidado y uso de animales, han mantenido a los monos en condiciones asquerosas y presuntamente manejaron muestras humanas de forma indebida y manipularon datos y reportes de investigación. Aparentemente, han hecho todo esto mientras colaboraban y publicaban con científicos destacados, como Carole Long, la jefa de investigación en malaria del NIAID, y con reconocidas instituciones en los Estados Unidos, Francia, Suiza y Colombia, como los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), la Universidad Emory, el Instituto de Tecnología de Georgia, la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard, la Escuela de Salud Pública Bloomberg de Johns Hopkins, la Universidad de Montpellier, la Universidad de Lausanne y el Instituto Nacional de Salud de Colombia.
Cientos de documentos gubernamentales y entrevistas con casi una docena de exempleados revelan la imagen inquietante de una organización deshonesta que se burla de las leyes de dos países mientras las personas a cargo se llenan los bolsillos con dinero de los contribuyentes colombianos y estadounidenses, con consecuencias mortales.
PETA descubrió que en esta organización en el área rural de Colombia, los monos nocturnos —algunos posiblemente capturados de manera ilegal en los bosques del norte del país— viven en sus propios excrementos, confinados en jaulas oxidadas dentro un corral hecho con cerca de alambre y cubierto con plástico. Esta organización es parte de un “consorcio” que alberga varias empresas biomédicas con prácticas administrativas cuestionables.
El “consorcio” es propiedad de un equipo formado por marido y mujer, quienes hace años crearon una de sus empresas biomédicas al nombrarse a sí mismos y a sus tres hijos menores, el más joven de los cuales tenía 12 años, como los únicos miembros de su junta directiva.
Estas Organizaciones Colombianas son Desastrosas y Turbias
El Centro de Investigaciones Científicas Caucaseco (Caucaseco) y el Centro Internacional de Vacunas/Malaria Vaccine and Development Center (CIV/MVDC), están ubicados en Cali, Valle del Cauca, Colombia, junto con la Fundación Centro de Primates (FUCEP), y otras empresas operadas por el equipo conformado por los esposos Sócrates Herrera Valencia (Herrera) y Myriam Arévalo Ramírez (Arévalo) y su familia. Herrera y Arévalo forman parte de las juntas directivas de las tres organizaciones.
Además de la composición de las juntas directivas, las diversas organizaciones parecen relacionarse en otras formas que plantean interrogantes sobre sus prácticas administrativas. Un exempleado dice que el CIV/MVDC es “100% una organización de papel”. Los contratos de exempleados obtenidos por PETA indican que a los empleados de FUCEP se les puede pedir en cualquier momento que trabajen para otras organizaciones, con diferentes responsabilidades, pero manteniendo sus puestos, salarios y contratos actuales. Dos exempleados de FUCEP dijeron que realizaron activides relacionadas con proyectos tanto de Caucaseco como del CIV/MVDC. Otra persona contratada por FUCEP dijo que nunca se le permitió ingresar al área de FUCEP.
Además, las actas de las reuniones de las juntas directivas indican que, al menos en una ocasión, Herrera y Arévalo combinaron las reuniones de dos organizaciones diferentes.
Aquí es donde los NIH y el gobierno colombiano han enviado cheques por más de 17 millones de dólares y más de 22 mil millones de pesos en dinero de los contribuyentes desde el 2003. Herrera y Arévalo han publicado artículos científicos con personas de más de 40 instituciones importantes en todo el mundo, pero aparentemente ninguna de ellas se tomó el trabajo de investigar qué sucede en Caucaseco o en el “centro de primates”.
Este Infierno Financiado por los Contribuyentes Colombianos y Estadounidenses Aparentemente Estu0026aacute; Eludiendo desde 2012 los Requisitos para Experimentar en Monos
El NIAID actualmente está pagándole a Caucaseco para realizar dos conjuntos de experimentos en el centro de primates, FUCEP, un infierno asqueroso para los monos, que ha violado las leyes colombianas de bienestar animal y el cual, según la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca (CVC), desde el 2012 no ha contado con el permiso requerido para experimentar en estos animales.
Una inspección realizada el 24 de noviembre del 2021 por la CVC reveló que el “centro de primates” —donde están confinados los monos utilizados en los proyectos financiados por el NIAID— no es más que un corral improvisado hecho de cerca de alambre y cubierto con plástico.
No había ventanas. Nada permitía la circulación del aire. Las jaulas estaban cubiertas de heces y hongos. En la inspección de la CVC se descubrió que los monos eran alimentados con concentrado para perro remojado en agua de panela y no había registros de cómo se ajustaba su alimentación según su edad o necesidades particulares. De acuerdo con el informe de inspección obtenido por PETA, los monos recibían semanalmente un suplemento mineral para humanos.
No había veterinario en el personal. No había registros médicos. El único documento disponible en la inspección fue un formulario de aprobación provisional emitido por el entonces denominado Comité Institucional de Revisión de Ética con Animales en Experimentación, de la Facultad de Salud de la Universidad del Valle. Estaba fechado en julio del 2015 y firmado por un antiguo miembro de la junta directiva de FUCEP.
Algunos de los monos sufrían pérdida de cabello y mostraban una postura corporal anormal, según el informe de la CVC.
Solo había un cuarto para realizar necropsias (autopsias en animales) y procedimientos médicos como suturas y limpieza de heridas. Un solo cuarto que Herrera, Arévalo y su personal probablemente apenas usaron ya que, según exempleados, se dejaba que los monos murieran de sus heridas infectadas. Solo tres reportes de necropsia fueron entregados a la CVC durante la inspección, ninguno de ellos estaba firmado por un veterinario. Aunque estos reportes decían que se habían enviado órganos y tejidos para su análisis patológico, esto no sucedió “porque no hay recursos para hacer este tipo de análisis”, de acuerdo con la explicación proporcionada por empleados a las personas que realizaron la inspección.
La CVC también descubrió que Herrera y Arévalo nunca se molestaron en obtener un permiso para reproducir a los monos. Por ello y por la falta del permiso requerido para experimentar en estos animales, la CVC decidió iniciar un proceso sancionatorio en contra de FUCEP. Además, la CVC informó a la policía judicial local sobre sus hallazgos de maltrato animal en el centro de primates. Luego, después de que PETA presentara una denuncia, la Fiscalía General de la Nación abrió una investigación. El alcance de las acciones de las autoridades aún no está claro.
PETA también obtuvo certificados de manejo de desechos que muestran una discrepancia entre el número de muertes de monos registradas y el peso de los cuerpos de animales que aparentemente FUCEP ha desechado. En los meses de marzo, mayo, julio y agosto del 2020, FUCEP desechó un número indeterminado de animales en bolsas con un peso total de 9 kg. Si estos animales fuesen todos monos —una conclusión lógica dado que FUCEP solo confina monos— las bolsas podrían haber contenido los cuerpos de nueve a 18 animales, lo que implica una discrepancia entre la cantidad de reportes de necropsia disponibles y la cantidad de monos que murieron en FUCEP y cuyos cuerpos aparentemente fueron desechados alrededor de los mismos meses.
Los Testigos Dicenu0026hellip;
Los exempleados describen una imagen espantosa de las condiciones de los monos, diciendo, entre otras atrocidades, que los monos a menudo están expuestos a los elementos porque los plásticos que cubren el área donde ellos están confinados se mueven cuando hay mal tiempo. Los testigos presenciales dijeron que los monos no estaban debidamente protegidos y que los gatos que deambulaban en el área adyacente a las jaulas de los monos exponían a estos animales a la toxoplasmosis.
Las jaulas oxidadas de los monos nunca se limpiaban, de acuerdo con testigos. El empleado solo enjuagaba las bandejas para eliminar los excrementos. El área olía fuertemente a orina y heces. A menudo se veían ratas, cucarachas y otros insectos en el área de los monos, y alrededor también había malezas altas y serpientes.
Estos exempleados dicen que no había registros de ninguno de los monos. Solo algunos de los monos tenían un microchip y este contenía solo un número que indicaba el sexo del animal. Los testigos dijeron que no había forma de saber si los monos habían sido utilizados o no en experimentos, un dato básico.
Ratones Forzados al Canibalismo
Los exempleados dicen que debido a que alguien no separó a los machos de las hembras, la población de ratones se disparó a 700 en el 2021 y, como resultado, había hasta 30 ratones en cajas diseñadas para un máximo de cinco ratones. Según testigos, los ratones no tenían suficiente agua y algunos de ellos recurrieron al canibalismo.
Presuntamente, Herrera y Arévalo ordenaron que mataran a más de la mitad de los ratones. Según testimonios obtenidos por PETA, no había protocolos de eutanasia apropiados y a los empleados se les pidió que pusieran copos de algodón empapados con cloroformo en una pecera vacía y colocaran allí a los ratones hasta que se adormecieran. Según exempleados, los ratones adormecidos fueron finalmente asesinados tirando de su cabeza y cola al mismo tiempo, rompiendo su médula espinal.
Posible Captura Ilegal de Monos
Parece que a Herrera y Arévalo no se les da obtener permisos, y su historial de obtener la autorización adecuada para atrapar monos es irregular y apunta a la posibilidad de que estén capturando monos de forma ilegal en sus bosques nativos del norte de Colombia. Aunque Herrera le dijo al NIAID que FUCEP tiene un programa de reproducción, aparentemente no tiene el permiso para hacerlo. Según uno de estos exempleados, “cuando decían que había habido un parto en cautiverio, era mentira. No era que hubiera nacido un bebé, era que habían capturado a un bebé”.
El Personal Alimentu0026oacute; con su Propia Sangre a los Mosquitos
Herrera y Arévalo también tienen una colonia de mosquitos. En entrevistas con PETA, los exempleados dijeron que la persona que se encargó por muchos años de esta colonia se enfermó de malaria varias veces porque las instalaciones no cumplían con los estándares de bioseguridad. Además, presuntamente, los mosquitos eran alimentados con sangre extraída de pacientes con malaria, pero, cuando no había de esta sangre, según los exempleados, ellos extraían su propia sangre para alimentar a los mosquitos.
Ciu0026eacute;rrenles la Vu0026aacute;lvula de Dinero a Estas Organizaciones Colombianas Inmediatamente
Los NIH otorgaron tanto a Caucaseco como al CIV/MVDC una Garantía de Servicio de Salud Pública (PHS), lo que significa que Herrera y Arévalo se comprometieron, en el papel, a cumplir con estándares básicos de bienestar animal. Pero los NIH nunca se molestaron en comprobar si lo que decían Herrera y Arévalo era cierto. Parece que nadie en los NIH les ha pedido nunca que respalden, con los registros apropiados, toda la información incluida en los proyectos que presentaron para obtener fondos. Lo mismo parece estar ocurriendo en las instancias colombianas que han estado financiándolos por casi dos décadas. Caucaseco y el CIV/MVDC no deberían recibir dinero de los contribuyentes colombianos ni estadounidenses.
Se supone que los NIH están financiando la ciencia. Pero las condiciones bajo las cuales estos monos son capturados, transportados, confinados, maltratados y descuidados en FUCEP claramente harían que cualquier experimento, en particular si este involucra el sistema inmunitario, sea completamente inútil. La financiación continua de estos experimentos solo perpetúa una actividad sin sentido y patrocina la incompetencia deliberada.
Lo Que Puedes Hacer
En una carta a diversas entidades colombianas, PETA exige que las autoridades investiguen las acciones de Herrera y Arévalo e intervengan para evitar que este abuso se repita. PETA también pide que se auditen los recursos públicos otorgados a las organizaciones controladas por Herrera y Arévalo, y se exija el reembolso de dichos recursos si se comprueba que han sido desviados.